martes, 9 de junio de 2015

El paraíso de reencontrarse con uno mismo.

El paraíso de reencontrarse con uno mismo.



Dicen que todos los caminos llevan a Roma, pero yo no estoy tan segura. Sobretodo cuando nos perdemos en nuestra propia maraña de ideas, cuando surge esa lucha de titanes entre nuestra alma y nuestra mente, cuando nos apegamos a pensamientos o creencias que nos separan años luz de nuestros orígenes, de nuestra esencia más pura.

¿Porqué y para qué estoy yo aquí? 
No podemos responder a todas las preguntas, pero si podemos indagar sobre nuestra misión en la vida. Como he dicho infinitas veces, estamos aquí por algo, cada uno de nosotros cumple una función.

Coge las riendas de tu vida y hazla tuya de principio a fin.
Toma decisiones, actúa, expresa, siente, comparte, equivócate.



En mi caso, el contacto con la naturaleza me hace entrar en vibración. Vibro con el mar, con el viento, con el olor que desprende un bosque de pinos, cuando ando descalza y siento la tierra en mis pies, cuando escucho el silencio, cuando observo el intimísimo secreto de la armonía que guarda la naturaleza.




En esos momentos es cuando me doy cuenta del lugar que ocupo en el mundo, rodeada de tanta belleza espontánea. Y sí, quiero formar parte de esa belleza, quiero aportar aunque sea un insignificante granito de belleza a un mundo en el que a veces me siento extraña.

En ese preciso momento en el que me reencuentro conmigo misma, en el que me doy cuenta de que a veces la vida no requiere de tanto esfuerzo, de tanto sacrifico...En el que esa guerra que en ocasiones le declaramos al mundo, no es más que una lucha con nosotros mismos. 
Aprender a perdonarnos, a tener un poco de compasión con nosotros mismos como seres imperfectos que somos y a su vez, aprovechar el potencial que eso tiene.

¡EVOLUCIONAR!


Ahí radica el mayor sentido de la vida. No podemos evitar el dolor pero si podemos decidir como moldearlo, como utilizarlo para el propio crecimiento.

"Todos ansiamos recibir, dar es diferente; es el camino más duro."

Las ganas de evolucionar son un acto inmenso de generosidad. Y no olvidéis que la evolución personal sólo es posible compartiendo.

Buenas noches!







1 comentario:

  1. Eso es... yo también me niego a asumir la premisa de que mi evolución sólo es continua y ascendente,
    así que hace algún tiempo rompí con las horas,
    con las fechas, con el avance lineal, con la cuesta ascendente,
    y con la linea recta en lo que a mi alma se refiere,
    desvinculandome de estar supeditada a esas leyes.
    Imposible olvidar que nos componemos de agua,
    y que el agua fluye,
    y cuando fluye, lo hace en todas las direcciones,
    y se estanca,
    se evapora también,
    penetra,
    retrocede,
    cae,
    se congela...
    y nunca deja de ser agua,
    y en ningún momento es mejor ni peor,
    si no que en cada momento es
    simplemente lo que tiene que ser,
    lo que se necesita que sea,
    aunque ella no sabe que se necesite.

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