jueves, 8 de enero de 2015

Buenas noches...

Quiero dedicar este post a mi compañero de autobús de hoy....

Generalmente tengo que reconocer que tengo un imán con la gente peculiar. Pero mi compañero de viaje de hoy me ha hecho reflexionar sobre la capacidad que tenemos los seres humanos para adaptarnos y por ello quiero dedicarle este post y compartirlo con vosotros. 
Lo cierto es que aparentemente no hemos hablado de cosas especialmente profundas, pero a mí, me ha parecido que guardaba relación con mi situación actual. 
Era un hombre maduro, unos 70 años? no sé deciros; al principio no parecía muy hablador, cosa que me ha alegrado enormemente ya que yo iba con la idea rígida de utilizar dichas horas de autobús para adelantar un "montón de trabajo acumulado e infinitas cosas que hacer" (muy típico en mí).
La primera mitad del viaje he intentado leer algo pero el sueño me ha podido así que, hasta que no hemos hecho la parada de cortesía de media hora, no he despertado.
Justo cuando estaba esperando a subir al autobús para retomar el viaje se ha acercado a mí y me ha hecho un comentario sobre lo que en teoría había estado leyendo antes de quedarme frita. Así ha roto el hielo y a partir de ese momento era imparable. 
 Ha vuelto la exigencia de nuevo, mi pepito grillo: Ale, tienes mucho que hacer...Pero he cambiado el chip: A ver, no hay nada tan importante, déjate sorprender...Y efectivamente, me he dejado llevar por una conversación de casi tres horas que ha dado lugar a este post.

Como he dicho antes era un hombre mayor, un hombre rígido, chapado a la antigua, pero lo suficientemente inteligente como para haber sido capaz de adaptarse y reciclarse a lo largo de su vida.
Un hombre con hijos, de los cuales uno de ellos le había salido "un desastre" porque era artista!! Un hombre que nunca se hubiese acercado al arte conceptual si no fuese por su hijo. Un hombre que a pesar de ser de otra época y de ver el "ser artista" como algo sin sentido hablaba de su hijo con una admiración que al él mismo parecía chirriarle, pero así era. Un hombre que leía el periódico por internet, que navegaba por la nube cibernética mejor que yo, un hombre que tenía interés por todo aunque su vida se limitaba a su ámbito de trabajo. Un hombre que ha sabido vivir en su tiempo, y que sabe vivir en el nuestro. Que nada le frena, que no pone límites, que cree en la juventud, que apuesta por ella, que aunque él no se arriesgue, anima a arriesgarse porque sabe que ahí está la clave.... 

Puede parecer algo sin mayor trascendencia, pero es justo lo que yo necesitaba. Alguien que rompiese mis moldes. Alguien que se ha adaptado a las cirscunstancias porque la vida le ha puesto esa prueba. Un cambio que no esperaba, pero al cual ha sabido moldearse, adaptarse, aceptar su rigidez y así hacerse flexible. Y en lo que no era flexible, tenía conciencia plena de que él se ponía sus limitaciones, se justificaba, o se intentaba engañar pero desde la consciencia absoluta y la capacidad de reírse de sí mismo.

Quizás es momento de transformarse, de impermeabilizarse de unas cosas y empaparse de otras, de creer más en nosotros mismos, en la capacidad que tenemos de cambiar el mundo, empezando por el propio. Y en el poder de mimetización que podemos alcanzar de manera consciente sin perder nuestra esencia. Eso es lo que me ha recordado mi compañero de viaje y con gran respeto, agradecimiento y admiración le dedico esta humilde reflexión.

Qué bueno dejarse llevar....Qué suerte tener la capacidad de elegir.

Buenas noches.

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